
Hoy, en mi trabajo en la residencia de ancianos, tuve la oportunidad de pintarle las uñas a una nueva residente. Mientras repasábamos los colores, ella mencionó que quería que sus uñas fueran transparentes. Mi mente se llenó de preguntas: ¿transparentes? ¿Por qué no elegir un color más vibrante o divertido?
Curiosa, le pregunté por qué prefería esa opción. Con una sonrisa triste, ella me confesó: ‘Mis manos son feas, no quiero llamar la atención sobre ellas’. Me conmovió su sinceridad y su vulnerabilidad. Así que, con cuidado, le dije: ‘Tus manos cuentan la historia de tu vida. Son testigos de momentos de amor, cuidado y aventura. Estas manos han tocado y sostenido cosas que la mayoría de la gente solo puede desear algún día’.
La residente reflexionó sobre mis palabras y finalmente se decantó por un delicado tono rosa para sus uñas. Al verlas secarse, noté cómo su expresión se iluminaba. A veces, lo que nos parece inseguro a nosotros, es percibido como bello por otros. Y en ese momento, supe que había compartido algo especial con ella.
Brandalyn Mae Porter, la trabajadora de la residencia, tenía razón: nuestras manos cuentan historias únicas. Así que, la próxima vez que mires tus propias manos, recuerda que son más que simples apéndices. Son un lienzo que refleja tu vida y tus experiencias.
Leave a Reply